LAS IDEAS MÁS LOCAS SON LAS MÁS CUERDAS.
Aldo nació emprendiendo y por herencia familiar creó el primer tambo orgánico de la Argentina, Santo Padre. Pero semejante revolución no era suficiente. Quería que el impacto fuera aún más grande.
Viajando con Sofi, por Nueva Zelanda, lo terminó de entender. En un mercadito sobre la ruta vieron unos pochoclos ¡orgánicos! Ahí, en medio de la nada, el centro de su idea. Un snack rico, liviano, con la crocancia justa, que te hacía sonreír… Lo pedían los chicos, y le gustaba a los grandes.
CONSTRUIR PALADARES.
Ya en la Argentina, y todavía con el sabor en la boca, empezó la investigación. Y algunos puntos comenzaron a unirse. Como cuando leyó a Narda Lepes: “El niño tiene un paladar virgen. Hay que trabajar para construir el paladar del niño. La pregunta básica que todo padre debe hacerse es si la alimentación de su hijo realmente le importa”. En el fondo, ese era el verdadero porqué del proyecto.
Y cuando uno de verdad busca, encuentra. En Argentina existía un representante de una marca de máquinas de pochoclos líder a nivel mundial y con más de 100 años de experiencia. El mundo pertenece a los que se animan. Y a los que saben esperar.
Aldo se acercó a las oficinas del representante, le contó lo que quería hacer, qué máquinas necesitaba, hurgando por un poco de información y compartiendo mucha pasión. Pablo y Christian, en ese momento no lo sabían, pero algo los llevó a recibir y acompañar a Aldo de una manera distinta.
“En 60 días llegan modelos nuevos que son los que vos necesitás”.
AVANZAR Y CONFIAR
Aldo, con un poco de MBA pero mucho de loco, armó el proyecto, estimó la inversión necesaria y salió a buscar inversores. Después de dos meses llamó Pablo para mostrar las nuevas máquinas funcionando.
“Tengo todo… Menos la guita”, dijo Aldo.
“Venite el Lunes a la mañana y hablamos”, contestó Pablo.
Y casi sin conocerse pero sintiendo que se conocían de toda la vida, decidieron avanzar. Juntos. Y así nació Bamboo.
EL COMPROMISO
Dos años llevó crear el primer pochoclo orgánico de la Argentina.
No parece demasiado, pero crear un producto del que se sintieran orgullosos, lleva tiempo. Y un poco más aún con una pandemia de por medio.
Quizá era más fácil y hasta barato importarlo, pero eligieron producir en Argentina, levantarse temprano, cuidar la calidad todos los días. Ese es el compromiso que asumieron.
REINVENTAR EL PARADIGMA DE LOS SNACKS
En bamboo queremos que puedas snackear sin culpa y que sepas lo que estás comiendo. Con los ingredientes al frente y mostrando cómo lo hacemos. Sin agregarle ingredientes raros y artificiales. Demostrando que no hace falta sacrificar ni lo rico ni la alegría.
Trajimos un snack saludable a una categoría que está dominada por los sabores y colorantes artificiales. Para que sea parte de tu día, y el de tus hijos. En casa, en la oficina, en la mochila de los chicos, en el auto, en el bondi, en el avión, con alguna cerveza… Queremos ser parte de tu vida.
Los tres locos que lo arrancamos queremos ser un millón de locos que nos siguieron. Bienvenidos a Bamboo.